William Goyen despertó la admiración de, entre otros, Truman Capote y Joyce Carol Oates. En estos cuentos, la memoria ocupa un lugar central, lo humano se confunde con lo fantástico y los personajes quedan atrapados, fascinados (al igual que el lector), por las historias narradas y por el áspero paisaje del sur de Estados Unidos.
Traaducción de Esther Cross
Posfacio de Marcelo Figueras