En “Cómo Escribir Novelas” encontramos amabilidad, miradas críticas, elogios, desconfianza y taxonomización. Los casos, los autores, las obras, aparecen examinadas con frescura y su correspondiente referencia.
El ánimo que impregna “Cómo escribir novelas” conlleva y bendice el estudio antes que la vida por la vida misma y nos advierte sobre las trampas del romanticismo fabricado para la mirada social.
Sobre el final de su ensayo, el marqués diagnostica y propone: “Terminemos con una garantía positiva, que las novelas que brindemos hoy sean absolutamente nuevas y no estén bordadas sobre fondos conocidos. Esta calidad tiene quizás algún mérito en una época donde todo parece estar hecho, donde la imaginación agotada de los autores parece no poder crear nada nuevo, en donde ya no se ofrece al público sino compilaciones, extractos o traducciones”.
La aventura de lo auténtico frente a los caprichos siempre sospechosos y frágiles de la originalidad es la garantía positiva en la que El Marqués de Sade cimienta un océano de acción, lujuria, pasión y negatividad. A través de los siglos esa voz, la suya, nos sigue hablando a nosotros, sus lectores.